Cuando me fui a la sala de cine a ver la película Ray, sentí ese impulso repentino de dejar la silla y ponerme de pie, al lado de The Raelettes y comenzar a cantar. Sí. Lo confieso.
Ray entra en el listado de las películas que más me ha gustado. Quedé boquiabierto con la contundente representación que Jaime Foxx hace de este artista norteamericano, despejando las dudas que había dejado en el papel de Willie Beamen en el filme de Oliver Stone, Un Domingo Cualquiera. Las poses, la sonrisa constante, el timbre de voz al hablar y su destreza en el piano hacen pensar que es el verdadero Ray Charles el que aparece en la pantalla.
Debo ser claro en que no sé nada de R&B ni de Gospel…y pues de Rock N’ Roll mis conocimientos no superan el promedio. Pero eso no importa cuando uno va a ver la película. Todo vale cinco, porque la historia es buena, la fotografía es admirable, sobre todo los tonos que manejan cuando se recuerda, constantemente, su trágica infancia. El sonido y la música ni se diga, pues hacen parte del repertorio del artista estadounidense. Es más, a pesar de la dramática historia del personaje, sin importar todo el sufrimiento que represara y que liberara con los vicios, uno quiere ser Ray.
Ray es una pieza de colección y creo, sin ninguna duda, que ganará los Oscar (¿Oscars u Óscares?) a los cuales está nominada; sin embargo, ¿será que esta vez la Academia, entregará de nuevo este galardón a una persona de color?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario