La película me impactó. Aún no salgo del asombro de ver una temática tan dura en un cine que aborda una realidad colombiana que duele.
Jorge Franco, autor del libro homónimo quedó contento con la puesta en escena dirigida por Emilio Maillé, según dijo en la rueda de prensa realizada durante el estreno de la película en Medellín. No compararé su semejanza con el libro, pues estaría siendo díscolo; además considero que nunca una película será igual al libro, por asuntos de tramas, picos y tensiones que deben plantearse desde el guión de una película.
Técnicamente es una película muy bien lograda. La música es acorde y la fotografía está bien realizada. Su narrativa juega un poco con el manejo de tiempo, evitando una narración cronológica, elemento que llama la atención, pues generalmente este tipo de relatos con problemáticas colombianas son realizados cronológicamente –por ejemplo El Rey, Sumas y Restas, La Vendedora de Rosas, María Llena eres de Gracia-.
En Rosario Tijeras nos presentan a Antonio (Unax Ugalde) en la sala de un hospital con un reloj detenido dejando a Rosario (Flora Martínez) moribunda en el quirófano. En este punto sabemos el destino de Rosario. Después de esto el director nos lleva y nos trae del presente y pasado, aunque a ratos el exceso de disolvencias a negro cansen un poco.
La actuación de Flora Martínez es contundente. La mujer que mata después de besar estuvo bien personificada por parte de la joven y talentosa actriz colombiana. Es provocativa, peligrosa, letal y muy sensual. Manolo Cardona también se desempeñó bien en su papel de Emilio.
En cuanto al español Unax Ugalde no se puede pasar por alto su mal acento paisa, asunto distractor por algunos instantes de la película y que estropea en gran medida su personaje.
Rosario Tijeras es un mito. Lo era en la literatura y a partir de hoy lo será en el cine. Ahora se puede contar con un rostro que personifica a Rosario, una mujer de carne y hueso, una mujer que provoca y que mata. Esa es Rosario. Esa es Flora. Así es Rosario Tijeras.
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