Sobre el "Patrón del mal"

Tenía aplazado escribir este post. Es difícil abordar una obra audiovisual que toca tantas vidas, que es tan sensible a víctimas de una época tan violenta y dolorosa de Colombia. 


A comienzos de este mes, Ómar Rincón se refirió a esta novela en su columna de El Tiempo, destacando, de alguna manera, los aciertos desde lo audiovisual. Cuando la leí, estuve de acuerdo con varios de los puntos que mencionaba.

Sin embargo, con el paso de los días, he notado que es complicado juzgar y criticar esta producción por esa particularidad. Es extraño. Los colombianos solemos pegarnos de varias frases para justificar nuestro patriotismo: "...que viva Colombia", "Colombia es pasión", "...Ese es colombiano...", etc... pero es como si quisiéramos a ratos negar la historia, echarla a un lado, anularla. Lo que plantea "Escobar, el patrón del mal" no es revivirla, sino darla a conocer mediante una ficción muy bien realizada, con una factura impresionante y un elenco de lujo.

Por supuesto que Escobar molesta a muchos por la forma en que reviven un personaje que le hizo tanto daño al país durante los 80's y 90's. También es cierto que es como meter un cuchillo en la herida y moverlo hacia un lado y hacia el otro.

La televisión es un espejo de la sociedad. No podemos ver en la pantalla algo que no somos, algo que no existe. Lo que se ve en la pantalla siempre será un reflejo de la sociedad que la ve. De ahí que Escobar suscite tantos debates. 

Lo verdaderamente triste sucede al terminar la novela. Cuando se vuelve al mundo real,  el noticiero de la noche informa sobre sucesos peores: la violencia que no para, los corruptos que siguen impunes, los ladrones de cuello blanco, la guerrilla que no desiste, los políticos que se tuercen, las reformas que se aprueban. 

Ojalá de esos noticieros no tuviéramos más capítulos, así "Escobar" sería solamente un amargo recuerdo y no un "intermedio" de la tragedia.

Te invito a leer la reseña de La Promesa de Caracol Televisión